domingo, 27 de julio de 2014

Mirar con un sólo ojo

Decir simplemente que Israel mata civiles palestinos es mirar la realidad con un sólo ojo. Es cierto si, en una guerra muere gente inocente. Nadie lo niega. Pero la realidad abarca una parte más grande, Israel toma los recaudos para no matar civiles, desde panfletos en árabe tirados desde aviones, llamadas telefónicas antes de bombardear hasta aviso por altavoz. Si aún con todos estos medios muere gente inocente no puede acusarse a Israel, que el grupo terrorista Hamás los utiliza como escudos humanos para victimizarse ante el mundo, les prohíbe escapar pidiéndoles expresamente que se queden, utilizando casas particulares, escuelas, hospitales y templos como depósitos de armas. La gente que muere es un error, que nos duele, que tratamos de evitar por todos los medios. También algunos de nuestros soldados murieron por error de nuestras propias fuerzas.
También es verdad que en Israel mueren menos civiles que en Gaza, eso es porque Israel se encargó de invertir dinero en la protección de su gente, desarrollando tecnología como la Cúpula de Hierro, sirenas que anuncian la caída de los misiles en territorio israelí, mientras que Hamás utilizó el dinero recibido como ayuda para adquirir más y más armas, el cemento para reconstruír la ciudad para construír una ciudad entera bajo tierra con túneles que llegan hasta el territorio israelí con el único y claro objetivo de matar judíos. 
Mirar la realidad a medias, es cómodo y conventiente para muchos, pero la realidad hay que mirarla toda, completa, con los dos ojos, y comprender que Israel tiene el derecho de defenderse, como lo haría cualquier otro estado ante las provocaciones de seguir tirando misiles pese a la tregua humanitaria, de atacar constantemente con morteros y cohetes a las ciudades fronterizas con la Franja de Gaza, al secuestrar y asesinar a tres jóvenes israelíes que volvían a casa de sus estudios, a defender a los ciudadanos que son bombardeados con misiles de cada vez más largo alcance con el único objetivo de exterminarnos.
Vivimos en un clima de tensión permanente, esperando la próxima sirena, programando cada paso, cada sencillo acto de la vida cotidiana, y pidiendo que esto termine, nosotros sólo queremos vivir en paz y  no nos dejan.