miércoles, 23 de mayo de 2012

Y van...

Leí con dolor, con lágrimas en mis ojos, con impotencia y una piedra en el pecho la carta de una madre cuya hija fue violada. No quiso involucrar a la prensa porque los culpables estaban detenidos y solo recurrió a esta cuando se entero, semanas después que estaban libres
Una nena de once años fue violada en su edificio, en la ciudad de Beer Sheva por tres chicos de trece y catorce años y uno más que miraba. No hay palabras que puedan describir el dolor, la angustia, la tristeza  de esa nena, de esa madre, de cualquier persona que entienda la aberración cometida
Estamos cada vez peor, más y más casos de violencia nos rodean, nos sumen en un mundo detestable, peligroso. No podemos ser indiferentes a este fenómeno que crece, que nos toca de cerca, cada vez más de cerca
Vidas destrozadas, arruinadas con una facilidad espeluznante. Como es posible que nuestros gobernantes no vean este abismo en el cual caemos todos, más y más profundo cada día que pasa. Hay números fríos que marcan una dura realidad, y hay personas de carne y hueso, a la que esta realidad ha golpeado sin ninguna piedad

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